8/15/2006

PRESENTACIÓN

¡Hola!

Ya han pasado 10 meses desde que regresamos del viaje. 10 meses aquí o acá y los recuerdos siguen igual de vivos que el primer día. Nunca hemos dejado de pensar en todo lo que vivimos allá y mucho menos, hemos olvidado a toda la gente que conocimos en nuestro pedalear. En los primeros meses, al pasar de Argentina a Chile, en Relicura, conocimos a Cristóbal Navarrete. Nos acogió en su casa, y lo único que nos pidió a cambio fue que jamás les olvidáramos. No Cristóbal, nunca lo haremos porque nunca olvidaremos todo lo habéis hecho por nosotros. Ni a vosotros, ni a nadie. Por eso, a todos, Chilenos, Argentinos y Bolivianos, ¡MUCHAS GRACIAS!

EL INICIO
Nuestra idea surgió a raíz del cambio que impusimos a nuestras vidas en el año 2004. Las ganas de viajar que llevábamos dentro nos dieron ese pequeño empujón que necesitábamos para dar el salto y ¡vualá! El destino, dudábamos entre Asia o Suramérica y el modo de viajar, no había otro, la bicicleta. ¡Ciclaríamos por Suramérica, qué acierto!

Poco a poco lo fuimos gestando. Día a día íbamos madurando la idea y con un poco de información de aquí y otro poco que nos daban los amigos, el monstruo iba tomando forma. Empezar en la Patagonia era lo más apetecible y la época en la que fuimos, quizás un poco tarde, no daba muchas opciones. ¿Por qué no bajamos hasta Ushuaia? Porque los 1.000 km. que la separaban del Calafate eran determinantes para que el otoño-invierno no nos alcanzara en la Carretera Austral. Y la ruta que marcamos nos la sugirieron los:
  • Bicicletos
  • De su página web recopilamos muchísima información, y nuestro viaje por Argentina y Chile, fue prácticamente idéntico. Idoia Blanco nos dio la llave y viajes Samarkanda, la combinación de vuelos. A partir de ahí todo fue preparar el material y mentalizarse para lo que estaba por llegar.

    Preparamos las bicis a conciencia. Parrillas, alforjas, la carpa, repuestos miles, sacos, hornillo, etc... una lista interminable y muy bien pensada para que, el peso y el espacio no fueran excesivos y luego tener que abandonar lo sobrante, o echar en falta lo ausente. La gran duda era nuestro estado de forma. No habíamos andado nada en bici. Todo el mundo nos preguntaba que para aventurarse en esto, habría que llevar una forma decente, pues... ¡¡Sí, sí, hemos andado mucho!! estamos preparados, je, je, una pequeña mentirijilla. Sin embargo, sabíamos que con el pasar de los días íbamos a coger la forma ideal para seguir viajando. No nos preocupaban mucho las agujetas, más miedo le teníamos al famoso viento patagónico!

    Aquí se ve a María preparándose a conciencia, en un entorno incomparable, Opakua

    Enero fue el mes determinante. Clave en todo. Hicimos la últimas compras, los últimos ajustes a las bicis y los últimos contactos con Mª Eugenia, que desde Buenos Aires nos consiguió un increíble vuelo hasta El Calafate. Era la pieza que faltaba de enlazar en todo el rompe cabezas.

    Lo demás fue coser y cantar. Como siempre decimos: un viaje que salió impresionante, todo lo que fue bien, fue genial y lo que pudo salir mal, lo desconocemos porque no sucedió.

    Por eso, antes de invitaros a leer las Crónicas Patagónicas, tal cual las escribimos en su día, queremos dar nuestro agradecimiento a todos los amigos y familia que nos habéis animado desde el principio y habéis participado en los comentarios y en el foro, a todos los que no hemos conocido y que habéis hecho posible nuestro viaje, a Alberto Ríos por tu certificado, a Mª Eugenia por ser pieza clave en Buenos Aires, a Xián por el vídeo de presentación, a los sub-21 y a la cuadrilla vitoriana por las cenas de despedida, al pastis que a pesar de tenerme acojonado con las bicis lo hizo bien, a Mariam de Top bici, a Ethel, a Rosa Bellizio de Calafate, a Luis Cribellati y Txibi, a Pancho Pumpin, siempre Pancho; a los Preciosos, Patricio y Marisol, nuestro tíos y auténticos guías durante todos los días que vivimos desde que os conocimos; a Marino Jofré, de Santiago de Chile, por ofrecer su casa si pasábamos por allí; a Kristian, nuestro querido gigante alemano, ¡qué risas, Kris!; a Estela y Cristóbal Navarrete, de Relicura-Curarrehue; a Fernando y Mariana, por la cena en vuestra casa en el lago Villarrica; a la familia Calderón de Lautaro, Soraya, nuestra mamita, a Magali, Javiera y Benja; a la familia Arriagada de Tomé Alto ¡qué parto! por favor, casi dos horas sin parar de reir; a Doris de Quirihue; al carnicero de Cobquecura; a Francisco Bilbao y Mario Pedreros, de Chanco; a la Sra. Clarisa del camping de Paula, en el Lago Vichuquén; a Karla de Pichilemu, por las fotos; a Christian y sus amigos, de Rapel; a Pancho de nuevo, por esos días inolvidables en Algarrobo. Lo mismo para Chepita, servicial y cariñosa, y para Gabriel Pumpín, por su coña; a Difunta Correa por la rueda de María; a San Expedito, por acogernos; a la familia de Marayes; a Dante Metola de Caucete; al señor Balo, del río Las Tumanas; a Freddy Soria, del camping de San Agustín del Valle Fértil; a los chicos de Ischigualasto, María, Maqquena y Coque; a Aldo, del parque Talampaya; a los bomberos de Nonogasta; al retén de vialidad de Cochuna, Carrazana, don José y Lucho; a Hugo, de la Quebrada de las Conchas; a Iker y Bego, por compartir tan buenos momentos en el viaje; a Galo, de Saladillo; a Rodrigo y Lupe, esos guapos argentinos sin igual, os esperamos; a Richard, de Atacama; a Lucho, el viajero solitario de Badajoz; a Cristian, Sandra y Franchesca Arriagada, por reencontrarnos desde Tomé, qué buenos momentos; a Daniel, de Estación San Pedro; a los carabineros, de Ascotán; a la pareja chilena, por las manzanas; al retén fronterizo de Ollagüe, por la comida; al maestro de Avaroa; a Vicky de Incahuasi y al señor Alfredo; a Igel, Paola y Rambo, sin palabras, tres meses en Bolivia lo dicen todo, os queremos; al maestro de Colchani; a Roberto de Ranking Bolivia, de Uyuni; a Silvestre, de Honapaya; a Ainhoa, Napo, Consuelo y Jimena, de Sucre; a Giovanni y Giovanna, de Villa Serrano; a Sebastiana, de Hierba Buena; a Iván, amigo de Napo, de Samaipata; a Milton Wittaker y familia, de Santiago de Chiquitos; al veterinario, de San José de Chiquitos; al Tatú, de la Estancia San Silvestre; a don Luis rocha y sus hijos, de Santa Ana; al terrateniente asturiano, de Concepción; al padre Jesús, de la Misión de San Javier; a Sergio y Romanet, del Hotel Rio Verde - Lodge, de San borja, menuda semana nos pasamos allí, inolvidable; al padre Mario, en Rurrenabaque; y a todos los habitantes de La Paz y el lago Titicaca, por las risas. Pero por encima de todos y todas, nuestro eterno agradecimiento a nuestras madres, nuestras más fieles seguidoras, Mamá Chelo y Mamá Curris. En fin, que gracias a todos, y si nos hemos olvidado de alguno, en breve lo pondremos porque los tenemos grabados en nuestra memoria.

    y ahorita, algunas fotos del antes del viaje.
    En Opakua

    En Cional

    Todavía no había pillado callo, y el salto de la gata no estaba muy perfeccionado, je, je. Junto al embalse de Valparaíso.

    Cerca de Vigo de Sanabria

    En la orilla del lago de Sanabria

    En la vía verde de Vitoria a Landa